jueves, octubre 06, 2005

Yogures de coco (post amargo)



No tenemos tiempo. No sé si esto es tener vida.

A mí me encanta el coco. Recuerdo ver los puestos en la feria a la altura de mi nariz mientras daba tirones del pantalón de mi padre al ritmo de: papá, coco, papá coco. Cancioncilla recurrente a la hora de pasar por la sección de frutas del Hiper. Papá coco papá coco. Y papá con el martillo cloc cloc, y luego con la navaja. El caldito del coco siempre se quedaba en el frigo para nada. Crunch cruch, fresquito, rico. No sólo es el sabor, es la textura y la medida de la fuerza para masticarlo.

Y van e inventan los yogures de coco.
Y también hay caramelos de coco, bolitas de coco, dulces de coco.
Y todos me dan el mismo asco.

Aplíquese al verdadero sabor de las fresas. Compárese con los yogures de fresa, los caramelos de fresa, los batidos de fresa embotellados. Compárese con un batido hecho en casa con fresas. Ná que ver.

Idem para el plátano.

Y lo peor es darse cuenta, y no tener tiempo para ir al mercado a comprar un coco, ni a comprar fresas que no sepan a plástico.

Y lo peor es, que si me paro a pensar más de 5 minutos seguidos, esto no es vida. Vivir para trabajar no es vida, sobre todo cuando no puedes elegir. Sobre todo cuando necesitas un techo, sobre todo cuando crees que también necesitas un móvil molón, un home cinema, una espátula de plástico para no rayar las sartenes, un batido de fresa de plástico y una vida de plástico.

Mejor seguir alienándome. Mmmm... veamos... ¿qué blog no he leido hoy aún? Probemos con un coco de verdad, de los que hacen que mi corazón lata crunch crunch. Y luego, de postre, un yogurdecoco auténtico de los que me llenan los ojos de cascabeles.