viernes, octubre 21, 2005
Líquido
Está en la parada del autobús. Tiene el pelo mojado y viste de negro. Le miro a través del cristal y entonces vuelve sus ojos hacia mí sin darme tiempo a evitar la catástrofe.
Ojos líquidos, imposibles, gelatina verdeazul para licuarse en riada y olas de muerte.
El golpe es inevitable, el agua empieza a subir del suelo y a chorrear por las paredes. Se inunda el autobús de una forma tan violenta y cruel que apenas si conseguimos mantener los pies en el suelo, que apenas si puedo adivinar su media sonrisa y morderme el labio. Mis pulmones se llenan de un frío dulce y salado.
Somos una pecera nacida de sus ojos líquidos.
Y él lo sabe.