miércoles, marzo 29, 2006

Novocaína

No puedes decir aquello. No me puedo creer que pienses eso. No me digas que no lo sabes. No se te ocurra decírmelo. No te quedes sin hablar. No quiero oírlo. No calles. No dejes de respirar. No te des la vuelta. No te puede gustar esto. No me des la espalda. No te quedes. No puedes hacer eso. No puedes estar en lo cierto. No cierres los ojos. No mires. No pares. No termines esa frase, por favor.

No seas quien no quiero.


Para poner música utlizo Castpost

martes, marzo 28, 2006

Bereni-maldades #1



  • Me dijiste que odiabas esa música. Por eso te la ponía en el coche todas las mañanas y subía el volumen.


  • Siempre pongo excusas para no verte. No se me olvidan los años en los que eras tú quien hacía lo mismo. Ahora yo nunca estoy sola y tú tienes lo que sembraste. Fui la última en marcharme. No me das ninguna pena. Te sigo poniendo excusas.


  • Descubrí un modo para que las facturas cuadrasen hasta el último céntimo, evitando así un error común de la aplicación que utilizábamos. Recordé el modo en que te gustaba hacer notar cualquier fallo por mi parte, los golpes bajos personales y tu peloteo rastrero. Por supuesto, a ti te seguirán descuadrando alguna vez y eso te hará repetir el trabajo. Y no me importa.


  • Vi cómo te temblaban las manos y decidí seguir a pesar de ello.


(vamos, os toca)

lunes, marzo 27, 2006

El patio



Estaba rodeado de hiedra y, entre sus hojas, nacían grandes pacíficos rojos que estallaban como bocas de perfume dulce y antenitas doradas. Los mayores decían que dentro se escondían ratas, lo cual no sólo no me preocupaba sino que hacía el muro vegetal aún más interesante a mis ojos. De la hiedra también nacían campanitas azules que luego se convertían en bolitas naranja y hacían de garbanzos en mis pucheros de lata de juguete. Estas campanitas abiertas eran fáciles de desprender y, si se chupaban por el otro extremo, sabían a agua con azúcar. En la casa de al lado, donde también había hiedra, recogíamos zarcillos y nos los poníamos en las orejas, fascinados por su volutas.

Se entraba a él por una cancela de madera, pintada de verde. Era sólo alargar la mano por encima y abrir el débil pestillo. Cuando no había nadie en casa, una cadena y un candado de hierro grande bastaban. A la izquierda, una caseta llena de herramientas y de juguetes que olía a lluvia y a sombra fresca. Al fondo, rodeada de macetas en el suelo y en la pared, la puerta de la casa.

Pero lo mejor era la pared de la derecha, según se entraba: una pared llena de macetas bonitas, feas, pintadas, con tiesto marrón, agarradas con alambres, hasta donde me alcanzaba la vista, entre las que, las noches de verano eternas, corrían las salamanquesas. Yo pensaba que Salamanca, el lugar de donde, evidentemente, provenían esas lagartijas gordas y blancas, debía de estar lejos, muy lejos; tanto como Portugal: por eso siempre las llamé "portuguesas" ante el regocijo general de mis primos.

En la parte izquierda de esta pared había un lebrillo: una construcción sobre la que descansaba una especie de lavabo de barro brillante donde metían a los más pequeños para que se refrescasen los días de más calor. Y en la parte derecha de esa pared estaba mi corazón: un árbol, una dama de noche.

Al atardecer, una vez agotados de jugar a cocinitas, a vaqueros e indios (cuyas armas de plástico solía morder y cortar para deseperación del dueño de las figuritas de plástico de color, apenas unos años mayor que yo), habiéndonos bañado en grandes barreños de lata o plástico de colores, habiendo ido a comprar al mercadillo, bien cenados y bien cansados, nos sentábamos en sillas de anea a oír hablar a los mayores, a verlos jugar a las cartas o al parchís sobre hules de flores imposibles. Era entonces cuando la dama de noche se despertaba y se hacía protagonista absoluta del patio con sus trompetillas blanquísimas, diminutas pero atronadoras. Así, bajo las estrellas, reíamos y escuchábamos mientras el lento perfume dulce hasta extremos casi insoportables nos iba llevando al sueño.

Mi bisabuela, que allí vivía, murió el año pasado y éste venderemos la casa. Ya no hay hiedra, sino un muro de ladrillos bajo. La dama de noche se cortó, la invadieron unos bichos negros y chiquitos que pudieron con ella. El lebrillo se acabó quitando. La verja se hizo de hierro. Y un pedazo de mi alma se quedó entre las salamanquesas y las macetas de aquella casa mata que no quiero volver a ver. No sé por qué alguna gente se extrañó al ver que las rosas de mi ramo de novia estaban rodeadas de hiedra. Nunca he dicho la razón, ni siquiera a mi madre.

domingo, marzo 26, 2006

El color de la sangre



No puedo decidirme: a mi alrededor, todos los amarillos del mundo. Me siento con las piernas flexionadas y contemplo los tonos. Amarillo claro, oscuro; amarillo-limón, amarillo-pollo, amarillo-luz; profundo, subido, pastel, transparente; amarillo suave, amargo, estridente, dulce, afilado, caliente, ácido, cargante, sabroso, áspero, salado, mezcla, sucio, fragante, vivo, puro, apagado, romo, insípido, muerto. Los amarillos se me suben por la garganta y todo es vivir como en una copa de champán. Amarillo alegre, amarillo inconsciente, el horizonte amarillo, los pájaros y las ramas de los árboles; el cielo, el aire irrespirable, mi alma de nicotina, el cemento y el mármol. Definitivamente, no puedo decidirme.

sábado, marzo 25, 2006

Angustia



Y de un lado a otro me hacen pasear mi angustia, envuelta en un papelito con todo cuidado. Vaya usted allí, y yo la llevo, meciéndola en mi mano-cuna. Me la piden, la desenvuelvo despacito y con cariño. No, no nos vale. Uuuuuffff, quita quita. Y de una torta me la tiran al suelo. Yo la recojo, le quito cuidadosamente cualquier resto adherido. Soplo FUUU FUUUU y la envuelvo de nuevo en su papel de seda. A veces de chiquita que es me llena toda y se me mete en los oídos y no puedo esconderme de ella. Y así un día, y otro, y otro... Así hasta que en una de estas caiga debajo de cualquier mueble y no consiga poder volver a guardarla.

viernes, marzo 24, 2006

El meme de la rima chachi

Mi más sincero agradecimiento a la tiri, cuyo pelo estoy deseando revolver en cuanto la vea, como a ella le gusta. :-Þ

Hace 10 años yo...
Empezaba Filología Inglesa como segunda carrera y sólo por placer. Ese mismo año me cambiaría a otra. Estaba enfrascada en una relación que duraría algunos años más y que se acabó rompiendo. Tuve mi primer gato.

Hace 5 años yo...
Salía con un chico al que había conocido chateando y nos pasábamos los fines de semana de hotel en hotel puliéndonos los sueldos de una a otra provincia. Ese mismo año nos casamos y dejé mi tierra y mi trabajo de teleoperadora para venirme a la capital del reino.

Hace 1 año...
Dejé de fumar. Salí de un bache bastante malo. Fue un mal año en muchos sentidos. Decidí abrir un blog.

Ayer yo...
Cené con alguien con quien siempre el tiempo se me hace corto y que tiene el don de la risa. Volvimos a ver Shrek. Preparamos mousse de chocolate a las tantas de la noche para alguien especial.

5 lugares especiales para mí...
  • La playa de la Misericordia, en Málaga.

  • La ciudad de Bath.

  • El parque del Retiro y, concretamente, la estatua del ángel caído.

  • Debajo del edredón, con mi costi abrazado.

  • El hotel El Pozo, de Torremolinos.


  • 5 mayores alegrías para mí...
  • El día que supe que dejaba el curro que tenía hasta hace una semana.

  • El lunes pasado, por razones que me reservo.

  • Un premio literario que gané en el instituto.

  • El primer beso.

  • Despertarme cada día junto a la persona con la que quiero compartirlo todo.


  • 5 cosas que me gusta comer...
  • Chocolate

  • Pasta

  • Camembert

  • Ensalada de tomates con atún en escabeche

  • Las croquetas de puchero que hace mi abuela

  • Las setas (esta, de regalo, pa chula, yo, como me han dicho hace un ratín)


  • 5 juguetes favoritos...
  • El tente

  • Los clicks de playmobil

  • El trivial

  • El scrabble

  • El juego de maquillaje de la Srta. Pepis


  • 5 víctimas...
  • jota

  • terminus

  • happyhamsterhop

  • propagandhi

  • on




  • miércoles, marzo 22, 2006

    Las palabras mariposa



    Quédate con mis palabras, prende las letras con alfileres, dispón las sonrisas y diseca las miradas de soslayo. Yo te regalo el marco. Ponlo en tu habitación, como un muestrario de mariposas. No sabría qué más darte. Regálame tu corazón a cambio. Creo que no pido demasiado.

    martes, marzo 21, 2006

    The Gathering - Saturnine

    Hay sonidos, olores, imágenes que, no se sabe por qué, calman. Para cada uno es distinto. A mí me relajan los espacios abiertos, la oscuridad del edredón de plumas, el olor a eucalipto (los árboles, no los sucedáneos), los parques en primavera, las duchas ardiendo, el sabor del chocolate, que me pasen la mano por el lomo, el color de los tulipanes, algunas sensaciones táctiles, algunos gestos, alguna combinación de palabras en concreto y, también, esta canción. Bueno, a la vez me pone algo triste. La cuelgo aquí como voy colgando recortes de mí misma en este blog. Esto no es todo lo que soy ni yo soy todo esto, claro.


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    The day you went away
    El día que te fuiste
    You had to screw me over
    tuviste que joderme
    I guess you didn't know
    supongo que no lo sabías
    all the stuff you left me with
    todo lo que me dejaste
    is way too much to handle
    es demasiado para manejarlo
    But I guess you don't care
    pero supongo que no te importa

    You don't need to preach
    No hace falta que andes predicando
    you don't have to love me, all the time
    No tienes que quererme, todo el rato

    Whatever on earth possessed you
    [Lo que quiera que sea] No sé que te pasó
    to make this bold decision
    para tomar esa osada decisión
    I guess you don't need me
    supongo que no me necesitas
    While whispering those words
    Al susurrar aquellas palabras
    I cried like a baby
    lloré como una niña
    hoping you would care
    esperando que te importase

    You don't need to preach
    No hace falta que andes predicando
    you don't have to love me, all the time
    No tienes que quererme, todo el rato

    You don't have to preach
    No tienes que andar predicando
    all the time
    todo el rato

    lunes, marzo 20, 2006

    Bereni-miedos #2



    Negar que las cosas están ahí fuera es una forma de tratar con el miedo. En ningún caso debería llevar a la parálisis. Pero está ahí, latiendo bajito, tum tum tum, de fondo. Puedo subir el volumen de la música y el tono de los colores, pero no se calla. Y me estoy paralizando. Y no me puedo creer que se repita la misma historia, y quiero pensar que esta vez será distinto.

    Ponme la mano en la frente y dime que pasará, pero dímelo al oído para que nadie más pueda robarme la voz. Apriétame la mano y cuéntame de la luz. Abrázame, no me dejes resbalar.

    domingo, marzo 19, 2006

    Vino amargo



    Y su amargor en la boca, como un jarabe rojizo. Lloverán todas las horas y yo seguiré respirando los cuchillos de la noche tan limpia, tan clara, que duele en los ojos. Campanitas en los charcos que se van empapando de negro. Definitivamente, hay días para contener la voz y apagar todas las luces. Cierro las puertas del alma y me quedo con el vino amargo.



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    sábado, marzo 18, 2006

    Berenice

    P. de la Rosa, 1991.

    Allá donde se queda, exhausta, mi áspera verborrea, nace tu perfección llena de defectos, las cobras de tus dedos encendidos. No, no, quien no te conoce no puede entender que eres muchos más. Tú eres gaua, auga, agau, agua. Agua modelada el cuerpo blanco, agua petrificada por un instante, con lo eterno. Eso se palpa, se siente, duele en las niñas de los ojos.

    Si no te conocen, no han bebido de tus mejillas de escarcha, curvas como un césped en primavera, cleptómanas como la obscuridad más roja. Sólo yo estoy condenado a oir los ronroneos de terral furioso que la luz deja escapar por entre el pelo helado o los nidos del musgo cruel en los pájaros de tus hombros.

    Entre tanto, las estaciones se suceden para nosotros, lentamente, porque el tiempo también se ha vuelto un niño enamorado por ti y nos mira con sus sesenta ojitos numéricos, y nos hace fiestas en las que la noche, henchida de lluvia, resbala llorando por tus pómulos pétreos, altivos, orgullosos vencedores de la interperie que todo lo mastica con sus dientiecillos ratoniles, durante siglos. Es entonces un éxtasis acuático, el agua sobre sí misma, anillo o ciclo, catarata dentro del mar, manantial secreto en el océano; es delinear una y otra vez tu silueta de agua con agua pura, con nieve como piedras preciosas, con hielo como estrellas vivas. Y después, consumidos, vomitar sobre los tejados, vomitarle a las farolas y a los perros, a las mariposas y a los relojes, a los hombres y a su sublime ignorancia ciega.

    Una vez, al despertar, descubrí que un monstruo pequeño, peludo, había tenido el valor de profanarte al tender una lluvia de hilos entre tu barbilla fría y los senos, un puente por el que se lanzaban riendo diamantitos redondos de rociada. Loco de celos, lo destrocé en mis manos rotas, patitas larguísimamente anémicas, derramé su zumillo violeta por el rito del atardecer, mío y sólo mío, como tú.

    Se ríen. Se ríen de mí porque te quiero, y yo me río de ellos con asco, porque no entienden; con lástima, porque están sordos y ciegos. Son como lombrices de tierra que nunca han visto el sol o han sentido el amarillo de un narciso clavarse en los ojos. Pobres, no comprenden, no te conocen. Se pudren de envidia viéndome nadar a través de tu carne, viéndote chorrear y empaparme todo el cuerpo.

    A veces me visto de ti y salgo a la calle, paseo durante horas llevándote puesta sobre la piel. otras veces bailo hasta caer rendido en alguna fuente pública, llorando de viva alegría al sentirte barbotear en mi boca.

    No sabes cómo me duele arrrancarme de ti, cuando anochece y todos se hielan a nuestro alrededor. Todos menos el guarda, ese viejo azul con gorra raída que, algunos días, saca una triste botella de vino protituído y juega conmigo a las cartas hasta que el amanecer te clava en el cielo como una paloma de cristal.

    Alguna mañana he resucitado así, a tus pies, ratoncillos blancos, arrancado del sueño con el agua pestilente que una viejita negra me ha regado encima mientras arregla unos crisantemos, reyes de los huesos ajados.

    Berenice, no me gustan los crisantemos, sé que te envidian porque eres agua y se mueren de sed, y se pudren bajo la lluvia solar de tus ojos absurdos. Además, no se llevan bien con los cipreses junto a las tapias, ni con las otras estatuas del cementerio.

    viernes, marzo 17, 2006

    Hoy no quiero levantarme. No quiero destaparme ni poner los pies en el suelo. Ahí fuera está el mundo y yo no quiero verlo, ni sentirlo, ni tocarlo. Ni que me vean, ni que me sientan, ni que me toquen. No quiero abrir los ojos y que se me inunden de realidades.

    No quiero ser comprensiva, ni escuchar a nadie, ni sentir cómo se me derraman las canicas de luz por las manos.

    No quiero empezar a andar y sentir el golpe seco en el pecho, y quedarme clavada sin poder moverme. Hoy no, de verdad.


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    miércoles, marzo 15, 2006

    Du riechst so gut (Hueles tan bien)

    You see, I have no intention of breaking down her prejudices. I want her to believe in God and virtue and the sanctity of marriage... ...and still not be able to stop herself. I want the excitement of watching her... betray everything that's most important to her.
    El vizconde de Valmont, en Las amistades peligrosas.



    ¿Habéis visto un gato doméstico bien alimentado y lustroso? ¿Qué hará si ve un pájaro a su alcance? Agacha el lomo, saca culo al preparar las patas traseras para el salto, echa las orejas hacia atrás... si está muy nervioso, castañetea los dientes y... salta. Juega con el pajarillo, lo pasa de una pata a otra, lo muerde, lo mira entusiasmado, lo deja escapar, lo atrapa... en lenta agonía, en juego feliz. Y luego, cuando el animal deja de moverse... lo mira, curioso. Ya no tiene gracia. El gato ya no dá saltos, ya no abre la boca y los ojos de la emoción... lo toca un poco con la pata... lo huele... lo empuja con el hocico... nada. Se da la vuelta y se marcha. O, lo que es peor, lo coge suavemente entre los dientes y se lo lleva para presentarlo a su "dueño".

    Y ahora, hablemos de personas. El instinto de caza. Esa excitación feroz mezcla de orgullo y deseo, las más de las veces vacío, que tan bien representa el vizconde de Valmont en Las amistades peligrosas. Todos lo sentimos. En unos más escondido que en otros. En algunos para arrasar, en otros para latir ahogado, como el rescoldo de un fuego. Basta un soplo y... Es el olor de la adrenalina resbalando por la piel.

    Hay quien no tiene límites ni reglas. Aquellos a los que no les importa ganar COMO SEA, llevándose por delante palabras como "amistad", "fidelidad", "respeto" o "dignidad". El caso es vencer, sin hambre, sin querencia por el trofeo, cegados por la sangre. Pero tsk tsk tsk... ¿dónde está la gracia de ganar si es haciendo trampas? ¿dónde está el placer de obtener un trofeo sin lucha? ¿dónde queda El Juego? Hay unas normas no escritas y todos las conocemos.

    Cuando la presa cede, se acaba el juego. O cuando es demasiado fácil.



    Para lo demás... master card... :-Þ

    Y bola extra: misma canción en el vídeo que el grupo hizo en el 95 y que originó una avancha de críticas por exaltación del nazimo (?) y mucha polemica por su homosexualidad patente (?). En fin, cosas veredes.

    lunes, marzo 13, 2006

    Bring me to Life

    wake me up inside
    wake me up inside
    call my name and save me from the dark


    ¿Todos esperamos que nos salven? ¿Alguien? ¿Algo? ¿Y no seremos nosotros mismos los únicos que podremos hacerlo? Entonces ¿por qué tener esperanza?


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    domingo, marzo 12, 2006

    Bereni-mentiras #1



  • A veces no es verdad que no me dé cuenta.

  • Te dije que no me importaba. Por supuesto: me importó tanto que por eso ya no valía la pena.

  • Me sigo acordando cada día, otra cosa es que no lo exteriorice.


  • * * *

  • No te guardo rencor.

  • Cuando tú quieras, no tengo ninguna prisa, de verdad.

  • No, no tiene nada que ver contigo, no te preocupes.

  • No guardo secretos.

  • * * *

    Y más voy pensando, más me doy cuenta de que, el 95% de las veces, al menos, digo siempre lo que pienso. Es más justo. La pregunta es: ¿para quién?


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    jueves, marzo 09, 2006

    Adios



    No sé por qué tengo la firme convicción de que una despedida no lo es si no se verbaliza. Yo siempre pienso "hasta luego" y digo cosas como "nos veremos" y "hay más días que ollas". Porque sí, porque es así y pueden suceder mil cosas y no volvernos a ver en la vida (lo más probable) o acabar viviendo en el mismo portal.

    Hoy me he marchado de un sitio en el que me encontraba realmente a disgusto desde hace más de un año. No sé por qué no he recogido la mesa por la mañana... ni tampoco por la tarde... Se han empezado a marchar los primeros y yo les decía: "hasta luego" o "hasta mañana". Y les veía marcharse con una sonrisa en los labios.

    Hasta que ha llegado la primera despedida de verdad. De gente que realmente me importa. Lo he hecho muchas veces: esta es una vez más. Sonrío, abro los brazos "nos veremos", "hay más días que ollas" y entonces se me engancha al cuello y me abraza, y me susurra al oído cuánto me va a echar de menos, me desea buena suerte, me pide que llame, me dice "adiós, mi niña". Y por primera vez al despedirme de alguien, en mucho tiempo, me vengo abajo. Y no hay espacio, ni ropa, ni tiempo.

    Y he comprendido, entonces, por qué había llegado la hora de marcharme y aún no había recogido mis cosas.

    No me gustan las despedidas.

    miércoles, marzo 08, 2006

    Una palabra


    ...una sola, y el mundo se viene abajo. Todo el cansancio como una losa, sobre la espalda. Deja al menos que me cubra la cara. No me hagas esto.

    sábado, marzo 04, 2006

    No lo siento



    Querría pedirte disculpas.

    Por meterte en algo que no querías, por enseñarte la foto de una playa y permitir que te quemases al sol, por traerte a la luz de una vela blanca y luego abandonarte a tu suerte.

    Compréndelo: yo no sabía. Yo no puedo ser responsable, no me hagas chantaje. Conmigo no funciona. Ya lo ves.

    Y ahora me muerde un bicho pequeñito y peludo a la altura del oído, donde me susurra que yo te tendí una mano que luego retiré.
    Pero compréndelo: sólo te enseñé un camino, nunca dije que fuera a salvarte. Si lo pretendí, pronto me di cuenta de que tú no querías que te salvaran, sólo agarrarte a un cuello sin intentar nadar.

    Arañando, pateando tiburones, empujando, tirándole piedras a los barcos, gritándole a las gaviotas. No, así no. Me escuecen los arañazos, los tiburones no atacan porque sí y son tan bellos... no soporto que me empujen, no apedrees mis barcos de papel, no les grites a mis pájaros.

    No lo siento. Yo no soy la tabla de salvación de nadie. No vas a arrastrame contigo. Es una cuestión de supervivencia.
    Y ahora me duele. Me pongo el abrigo de no me importa y paseo mis balizas para ti. Por eso querría pedirte disculpas, pero no voy a hacerlo. Exiges demasiado y a gritos algo que nunca te había prometido. Si te acercas, te apartaré. Y, como los cocodrilos, lo haré con los ojos llenos de lágrimas, pero será inevitable.

    Adiós, pequeño náufrago de secano, adiós. Espero que pronto encuentres la playa. Y que deje de dolernos, a los dos.


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    miércoles, marzo 01, 2006

    Master and Servant




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    Él era algo mayor que yo. Me faltaría espacio para explicar qué me fascinó desde casi el primer momento. No era guapo, no era alto, no era amable, no pretendía ser gracioso. El, catedrático y yo, su alumna de una de las varias facultades por las que pasé sin pena ni gloria ni título. Creo que fue su descaro medido, sonrisa burlona de castigador barato pero, sobre todo, la sensación de poder que irradiaba.

    Primero fueron las largas charlas y luego, su visión del mundo. Según este experto, el mundo se divide en amos y sumisos. No hay más. Ni menos. Un amo lo es toda la vida y en todas las facetas de su vida. Un amo (o ama) actúa, piensa, siente, duerme, siempre en posición dominante. El sumiso o esclavo lo es por voluntad propia y es una posición, por elegida de modo consciente, privilegiada. No es sólo sexo. Para nada. Pero también hablamos de él. Me contaba, me contaba, delante de una taza de café. Yo abría los ojos y las compuertas de mi esponja de aprehender, y escuchaba, y escuchaba. Algunas cosas me sorprendían, otras me parecían increíbles. El mundo de las parafilias es realmente inagotable. En su caso: bondage, dominación, cadenas, cuero, castigo, la palabra a salvo, los límites al máximo o fuera de ellos. Recuerdo que por aquella época empecé otra vez a fumar.

    Fue él quien me enseñó los secretos del IRC. Y los canales de BDSM, y las señales, y el significado de los nicks en mayúsculas, y cómo se identificaban amos y esclavos.

    Y luego vino la pregunta: ¿de qué tienes tú alma? ¿de ama o de sumisa? ¿de dómina o de esclava?

    Lo nuestro fue un escarceo sin más consecuencias. Una fascinación fantasma que apenas duró una semana. Dos náufragos agarrados a una tabla podrida. Nada especial.

    Para los curiosos: nunca averiguó el trasfondo de mi alma.

    Todavía a veces me hago la pregunta.

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    Y como bola extra, este vídeo tan políticamente incorrecto como provocador. Lo siento, no hay sexo ¿o sí?

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    P.D.: Este era el único secreto que te guardaba. Ahora sabes porqué nunca me he sacado la última asignatura que me queda para terminar la licenciatura.