sábado, enero 07, 2006

Un mundo feliz

El perro de Pavlov

Este café sabe a granitos de café masticados. Crunch crunch crunch. Como cuando era pequeña y me gustaba probarlo todo. Los espaguetis crudos también crunch crunch; las galletas de régimen de mi madre, con ese sabor a... nada.

Los tampax eran para meterlos en vasos de agua y ver cómo se hinchaban (yo lo había visto en un anuncio). Con las medicinas se llenaba un botellita mezclando alcohol y agua oxigenada y luego, con mucho cuidado, se etiquetaba con una calavera y dos tibias, y la palabra "veneno" bien visible.

Las botas de agua eran para meterse en los charcos más profundos. Los árboles eran para subirse y las hojas, para arañarlas y que soltaran ese olorcillo a limones amargo.

Y luego vino la socialización, el condicionamiento, el entrenamiento como a un perro o a un periquito amaestrado.

Me enseñaron que se entra y se sale a una hora, que, por mi bien, siempre hay una autoridad que no es cuestionable. Meter los tampax en agua es un desperdicio de dinero y una tontería. Las medicinas, guardadas. Los niños ay que gamberros que son si saltan en los charcos.

Me explicaron en una asignatura que se llama "psicopedagogía" la historia de la enseñanza. Y comprendí por qué la lucha por manejar este instrumento, por qué soy un borrego más y, lo que es peor, totalmente socializado.

Porque el colegio, supe también, no es para aprender geografía, ni tener cultura general, ni nada de nada. El colegio es un instrumento de socialización, de adiestramiento. Así, con todas sus letras. No interioricé esta idea hasta que no me la plantaron en plena cara y de modo explícito. Siempre he sido un poco cortita, a qué negarlo. Y ahora comienza a los 3 años.

Y ya no sé qué es peor. Me sorprende con una sonrisa en los labios que haya tantos que han pasado por ese filtro sin dejarse condicionar. Son los rebeldes, los de "sí ¿porque tú lo digas? no, dame una razón". Yo, por mi parte, me lo tragué todo. Soy la borrega perfecta, un ejemplo para la sociedad. Tengo los pies calientes y un trabajo respetable. Y no sé si esto es bueno, o es francamente triste. Porque cualquier cosa que diga, será hacer demagogia. Lo que está claro es que es francamente cómodo para mí y para el entorno en general. La sociedad es cruel, o estás con ellos o contra ellos. Y si estás contra ellos, olvídate de tener los pies calientes.

Va a ser que reeler "Un mundo feliz" me está afectando. No estamos tan lejos de ellos después de todo. Tenemos nuestro condicionamiento pavloviano. Tenemos nuestro pan y nuestro circo: nuestro suministro habitual de soma, llámese catolicismo, salsa rosa o real madrid. Nuestros corrientazos eléctricos, como las ratas de Skinner.

¿Un bien mayor justifica todas las acciones? ¿es en aras de ese bien con lo que empiezan las guerras, con lo que se mantienen ciertas situaciones insostenibles?

Me siento como una rata en el laberinto, y no encuentro la salida, sólo más queso y corrientazos.

*Complemento: Links 2,3,4 de Rammstein