viernes, diciembre 23, 2005

Al aire

Blood Ank Ink Dub

Me gusta llevar una libreta roja cuando voy en tren. Veréis: me gusta escribir a mano. Me gusta sentir la tinta resbalando, la bolita azul que gira, como mi mundo. Años de entrenamiento y condicionamiento social me han llevado a echar de menos el acto de la escritura ahora que casi toda mi labor de redacción es puro mecanismo ofimático. Han sido muchas horas tomando apuntes, haciendo resúmenes, elaborando trabajos.

Pero ahora ya me he acostumbrado al tac tac tac de las teclas.

Una vez picada por la mosca del blog, creo que he pasado por el mismo ciclo que todos los blogueros. Lectura voraz, torbellino de ideas, enlaces, sobre-alimentación, saturación, aburrimiento... Una vez que te ha picado la mosca del blog, eres capaz de hacer posts de la nada, en cualquier momento y lugar. Todo es materia para redactar nuestras cagaditas diarias y colgarlas con discreción o con grandes aspavientos. El cómo es lo de menos. ¿O no?

Y así me paso la semana escribiendo y escribiendo y escribiendo. Plasmando pensamientos, contando anéctodas, descargando mala baba, quitándome espinitas. Ay, sí, ¡tengo tanto que contar! Y entonces me asomo al blog (me gusta mirarlo de vez en cuando pues también guarda sus reglas de estética. Una estética totalmente personal y subjetiva, claro, pero no por ello menos rigurosa). Y.. y... ¡pero cómo! ¿Qué hace aquí este post? ¿Pero desde cuándo no publico? Ostras. Cualquiera que lo lea dirá: vaya tía plasta, vaya tía depresiva, vaya tía aburrida... Y entonces caigo en la cuenta: llevo toda la semana posteando, escribiendo... en el aire. Lanzando bocanadas de mi vida al aire. Lo pienso, le doy forma. Cuando llego a casa ya estoy demasiado cansada y me olvido. El post nació, creció, me sirvió de desahogo y, una vez cumplido su fin, se dispersó. Porque no llevaba la libreta roja, porque iba conduciendo, porque en la ducha se mojaría, porque...

¿Son mejores estos posts que no publico? No lo sé: no los recuerdo.

XXXVIII
¡Los suspiros son aire y van al aire!
¡Las lágrimas son agua y van al mar!
Dime, mujer, cuando el amor se olvida
¿sabes tú adónde va?


Gustavo Adolfo Bécquer