Llamo al jefe:
- mmm... hola... ¿te acuerdas de que te dije que hoy iba a venir en transporte público?
- jajaja... a ver... sí.... ¿y dónde has ido a parar, a Cáceres?
Y ahí no sé si reírme por lo bien que me va conociendo el jodío... o echarme a llorar por la imagen [absolutamente veraz] que tiene mi jefe de mí.
Esta mañana me he levantado a las 6 (viva bravo ole aserejé) y he salido echando leches a las 7:20 (puf puf puf arf arf arf etc). Para llegar al curro ¿a qué horaaaaa? (léase con tonito): A LAS 10 DE LA MAÑANA. Ahí queda eso, ole mis huevos. Triunfando, como los Chichos.
¿Que qué he hecho? Muy fácil. Primero he pillao un tren en el que no funcionaba ni la megafonía ni los rótulos esos rojos que van cambiando. Las primeras tres paradas, sin problema. La cuarta no me sonaba absolutamente de nada (bueno, habré cogido otro, como tengo tres que me valen para el mismo destino, va a ser eso, jeje, yo tranquila, librito, musiquita, hala hala, a leer). Pero a la séptima que no sabía ni que existiera ya me ha parecido que por mucho que hiciera paradas raras, este no era mi tren (es lo que tiene no ser de Aquiz y no saber por dónde andan los barrios ni los pueblos).
Me bajo y me pongo a dar vueltas sobre mí misma tipo perro persiguiendo su rabo. Hay dos policías que me miran y creo leer en sus ojos la duda de si parar mis andanzas tipo peonza o si llamar al 061 pa que me inmovilicen con sedantes y camisas de esas con mangas muuuuuuy laaargas y correas. Por fin, salgo y pregunto. Estoy a tomar por culo de mi ruta. Vuelvo a entrar (bendito abonoglogló, menos mal) y hala, pa Atocha.
Y en Atocha... el acabose. Por lo visto hay huelga de no sé qué. Aquello era como... como... ¿habéis visto Cuando ruge la marabunta? Pues bien, peor. Huelga. (¿He dicho ya que viva bravo y aserejé?)
Cuando he conseguido penetrar (sí, sí, no entrar, no, penetrar) en un vagón, no me ha hecho falta agarrarme a ningún sitio (tampoco hubiera podido). Cómo podría describirlo... eeeh ¿habéis visto alguna vez un plecostomo?
Pues así iba yo. Y he tenido que ir arrastrándome con los labios por el cristal para acercarme a la puerta al llegar mi parada. En fin. Cuando me he bajado del tren ha sonado un plop como el de las botellas de sidla el gaitelo (famosa donde yo te diga) y creo haber reencontrado en mi mente el difuso momento en el que me parió mi señora madre.
Otro recuerdo que quisiera traer a vuestra memoria. ¿Os acordáis de Lina Morgan dando vueltas para meter el brazo en el bolso así con la pierna tonta? Pues allí la Bere buscando dónde narices informarse para coger el tren correcto.
Y bueno... podría seguir: el autobús retrasado, quiero avisar a mi jefe pero el móvil sin batería, la cabina asquerosa, la recepcionista que me deja en espera hasta que sólo me quedan 10 céntimos y tengo que coger aire para oyemiradilealjefequellegotarde (hiii) quehayhuelgaquemeheequivocaode
(arf arf arf) trenquepilloelautobusaaagsglogloglo pero ¿pa qué? Es la historia de mi vida. Lo tengo asumido.