Y su amargor en la boca, como un jarabe rojizo. Lloverán todas las horas y yo seguiré respirando los cuchillos de la noche tan limpia, tan clara, que duele en los ojos. Campanitas en los charcos que se van empapando de negro. Definitivamente, hay días para contener la voz y apagar todas las luces. Cierro las puertas del alma y me quedo con el vino amargo.
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