viernes, agosto 19, 2005

Los Placeres I

Pensaba comprarme un sandwich en la máquina y quedarme leyendo cuando una compañera con bienintencionada pero nada bien recibida por mi parte incontinencia verbal, me hace cambiar de opinión. Salgo huyendo hacia el coche inventándome cualquier excusa y me doy cuenta, justo después de arrancarlo, de que no sólo no sé adónde ir sino que tampoco tengo tiempo para comer si no es en plan express. Piensa, tía, piensa. Zas. El centro comercial, mi salvación: cerca, fresquito, rápido, anónimo. Me pido cualquier cosa, ataco el libro de turno, mastico sin pensar. Y entonces... justo al final... ella.




La veo. Cierro el libro. Nos miramos. No la recordaba tan...
La deseo como otras veces, me llama sin palabras, me seduce de nuevo sin pensarlo.

Dudo un momento mientras contemplo el brillo rojo oscuro que le resbala por la piel, derramándose de mármol, tibia y húmeda. Mis fluidos manan también sin remedio.

Se acabó: me lanzo así, un salto al vacío, sin mediar palabra.

El primer roce de los labios y siento el estallido de placer en mi cabeza. Su olor me inunda como un gozo físico. Podría llorar.
Su sabor hace que, por un instante que dura toda la eternidad, olvide dónde estoy, que nos están mirando e incluso que existo. Lluvia de cristal.

Solo hay placer.

Placer y frambuesas, carne esponjosa, jarabe dulcísimo.


Tengo que esforzarme por evitar que las lágrimas corran por mis mejillas y la acaben empapando de sal. Apenas si consigo elaborar una frase, nuestra frase secreta, y se la susurro de puertas adentro: eres la tarta de queso con frambuesas más buena que he comido en mi vida




Y así declaro oficialmente inaugurada la
I Semana de los Placeres.