jueves, febrero 02, 2006

Cuentos de ayer y hoy: la mujer lámpara.



Érase una vez, en un país muy lejano, una muchacha que quería comprarse un pantalón nuevo. Buscó y buscó hasta que, un día, encontró uno perfecto. El color era bonito, le sentaba la mar de bien y el precio era estupendo. La muchacha compró el pantalón y su madre en un pispás le metió los bajos.

Y allá que iba ella feliz, y al andar cantaba esta canción: tralarí tralará qué chulos mis pantalones, tralarí tralará qué ricos melocotones; que no era del todo cierto, pero por lo menos rimaba.

Y andando andando, se montó en el tren. Y al bajarse del tren, notó un chispazo. Esto le hizo mucha gracia, y siguió caminando. Luego se montó en el autobús y, al agarrarse a la barra para bajar, notó otro pequeño calambrazo. La muchacha se extrañó, pero no por ello perdió la sonrisa. Y así hasta que llegó al edificio donde trabajaba.

Éste era un edificio nuevo, muy bonito, con mesas de madera clara y moqueta. ¿Moqueta? Ris ris ris, los pantalones iban rozando al andar y ¡chas! calambre con la fotocopiadora... ris ris ris ¡chas! el armario metálico... ris ris ris ¡CHAS! el pomo de la puerta.. y así todo el día, hasta que la alegre muchacha acabó hasta las pelotas, llegó a su casa, se quitó los pantalones de mal humor y decidió no volver a ponérselos hasta que se le olvidara.

Pero como a veces no tenía la ropa preparada para el día siguiente, se los volvía a poner y le volvía a ocurrir ¡CHAS! lo mismo. Desde entonces la muchacha se plantea, día sí y día también, cambiar de trabajo y buscar algo en el gremio de las lámparas, sujetando bombillas para iluminar sitios en los que nos es posible poner cables.

Y colorín colorado, este cuento ¡CHAS!...