martes, febrero 14, 2006

Corazón amargo



A veces creo que voy a mirarme al espejo y que se van a confirmar mis peores sospechas: dos hilos de humo negro anegándome los ojos. La rabia me gana terreno.

Y no me muestres tu corazón de acerico, porque en él ensartaré mis alfileres. Casi sin querer, pero con saña. Pero yo soy de cristal ¿es que no te das cuenta?

Se me llevan los demonios. Y no me alegro de tus desgracias, pero no me importa tu dolor. Simplemente, deja de enseñarme dónde tu carne es blanda. No quiero que me salpiquen tus miserias.

Y a quien le busco la carne blanda no encuentro sino espinas. No tengo sangre en las venas para ser mala, pero sí el deseo de destrucción. Esta lucha me cansa y hay veces que me ganan los pecados capitales sólo por uno de ellos: la pereza.

Pero yo soy de cristal ¿es que no te das cuenta? En mi corazón de acerico amargo no caben los lazos de duelo.