domingo, julio 03, 2005

Ji ji ji


Mitch Greenblatt

Me voy de vacaciones. Me voy a hacer el vago.

Voy a exhibir mis carnes blancas sin ningún pudor, a ver si pierden este color mórbido de teta de monja que hubiera hecho mis delicias allá por la época gótica de los quince y que ahora, siendo así por obligación, ya no mola tanto.

Voy a descansar.
Me voy a llevar un par de libros... voy a cenar con mis amigos... me voy a reír de todo y de todos...
Voy a sobar a mis gatos, voy a que me mimen.
Voy a ir de compras con mi madre.
También voy a que me haga un poco más de chantaje emocional.
Voy a discutir con mi complementario por tres razones: porque se aburre, porque la ropa se le llena de pelos de gato y porque dice que soy una pusilánime. Voy a discutir con mi madre porque quiere que haga lo que ella considera que está bien y que es por mi bien.
Voy a pasar calor. No voy a saber qué más hacer. Voy a empezar a desear estar de vuelta en casa para sentirme libre. Incluso voy a acordarme de la oficina sin arcadas.
Voy a acabar hasta las narices de las puñeteras vacaciones.
Menos mal que sólo me cogí una semana.
Es lo malo de irse de vacaciones a casa de los padres, que a los dos días estás cagándote en la mierda de sueldo que no te deja ir a otro sitio, en San Apapucio, en el copón y en to lo que se menea.