A pesar de:
- echarme el gel de baño en la cabeza por error o meterme en la ducha con gafas
- marearme tanto salto entre la hiperactividad y la dejadez más absoluta con flashes de relax como garabatos en mitad del caos
- tener que retorcerme los dedos a escondidas para dejar de preguntarme si lo estoy haciendo bien
- no ser capaz de orientarme en un laberinto sin paredes, sin puertas, sin ser el de los dos reyes de Borges... bueno, sin ser en absoluto un laberinto
- coleccionar pendientes cojos (o mancos)
- no darme cuenta de que me habían robado la moto hasta después de estar una hora suponiendo que otra vez había olvidado dónde estaba aparcada (¿me la robaron? ah no, la encontré, eso me pasó con el coche)
- perder todas las mañanas diez minutos buscando el sujetador del día anterior por toda la casa
- estar acostumbrada a que mi complementario me llame "Dori" en honor al pez de la película de Disney cuya memoria no iba más allá de los 5 segundos
- haberme convencido más de 10 veces en los últimos 3 años y 6 meses de que había perdido la alianza de boda (y haber sufrido el consiguiente síncope-infarto de alegría al encontrarla)
- ser una obsesiva caprichosa cuya estima es una irresponsable loca por las montañas rusas de récord
- seguir preguntándome dónde narices aparqué el coche cada vez que voy a buscarlo
- darme cuenta a mitad del post de que en la foto al mundo no se lo comen sino que es el mundo el que come
Me da igual. Pienso comerme el mundo a puñados.