La crisis del
blogger, por supuesto.
Llega un momento en que olvidas para qué abriste el blog. Se ha convertido en una obligación, se ha convertido en un escaparate. La gente (mucha o poca) te lee: sabe de ti, te conoce. Y eso ya no es tan estupendo. Empiezas a callarte cosas, o a modificar otras, o a bloquear determinadas ideas, o a cerrar la boca para no armarla. Y eso
tsk tsk tsk. Y luego, claro esta, como me han dicho hace poco: "entre los que te juzgan, los que no te entienden, los que creen conocerte... al final es un asco". Y sí.
Entendámonos: se gana mucho, se conoce a mucha gente, te expresas, te comunicas, ves un trocito de tu vida expuesto, oyes opiniones y las contrastas con tus propias ideas. Pero. Pero miras atrás y te preguntas si has perdido la perspectiva. Tú abriste tu blog para escribir, simplemente. Una especie de
pensadero en el que descargar la memoria. Sacas fuera lo que quieres decir, lo extiendes con cuidadito, lo clavas en la pared del blog y te alejas unos pasos para contemplarlo. Mmmm... sí, eso... justo... mmmm... no, no, de otro modo. Y ya está. Parece simple ¿verdad? Pero no lo es.
Tú, que en el fondo supongo que debes de tener tu puntito de exhibicionista, no pretendes que los demás te digan cómo vivir tu vida. Pero ¡ay! Muchos creen que, por leer trocitos inconexos de ella, por leer pedacitos que no eres tú más que en un conjunto demasiado complicado como para verlo de tan cerca, te conocen. Y opinan, y opinan con descaro. Hay veces en que les gritarías: que no quiero que me salvéis, que yo no he dicho que quiera ser salvado, que no tenéis de qué salvarme o, en todo caso, que no quiero que seáis vosotros los que lo hagáis...
Tampoco escribes para que te juzguen. Y mucho menos para ser malinterpretado. Esto último es prácticamente imposible de evitar: siempre habrá quien lea lo que quiera entender para aferrarse a sus demencias, demonios, alegrías o esperanzas. Y claro, por supuesto, TÚ tienes la culpa, por no saber expresarte (claro claro, pero resulta que abriste el blog para escribir, no para ser admirado ni coleccionar lectores como si fueran un trofeo, es que ahí está la cuestión, joder).
Y el asunto de la batalla de enlaces o la obsesión por las estadísticas y visitas es francamente TAN ridículo que no voy a entrar en él.
¿Y esos amores súbitos? ¿y esos odios exacerbados?
Por eso un día te levantas y miras la pantalla con una especie de hastío y dices: no, ni con un cambio de plantilla. Es que no. Es que me he cansado. Y se acabó. Así, sin grandes aspavientos, sin despedidas, sin dolor. Sin "me voy pero vuelvo", sin nada. Sólo vacío. Sólo... puro aburrimiento y cansancio. Hay tantas cosas en la vida como para perder el tiempo con algo que ya no te llena...
[
No, yo no me voy, pero el día que lo haga será así y por esto.]