viernes, abril 21, 2006

El comienzo

Me gustan las cosas redondas, los anillos de Moebius (incluído el de Cortázar, por supuesto), las historias circulares, los poemas o narraciones que empiezan igual que acaban dando una vuelta de tuerca a la historia, los malos videoclips que se aprovechan de este recurso, etc.


White Wedding (du hast)


Esta es una foto del día de mi boda. Para mí supuso el comienzo de algo nuevo, de una vida prácticamente nueva con alguien a quien apenas conocía, en una ciudad que no conocía y donde no conocía a NADIE... Empezar de nuevo y de cero, como siempre había soñado. Pero, tomando prestada una idea que lei una vez en un libro de Lucía Etxebarría, no puedes escapar de la ciudad porque la ciudad va contigo...



Hoy hace un año que abrí este blog. El primer comentario que me hicieron, uno o dos posts después, fue de el mentiroso (que supongo que me había encontrado al enlazarlo) para hacerme saber que esta última idea de no era de Lucía Etxebarría, sino que había sido plagiada de un poema de Kavafis. No me volvieron a comentar en mucho tiempo. Yo sólo leía blogs y tampoco comentaba en ellos: no había venido a conocer gente.

Han pasado muchas cosas en un año. Muchas malas y algunas buenas (una depresión, una pérdida irreparable, un cambio de trabajo, un deseo cumplido, vodka con red bull, amigos). Me quedo con estas últimas, claro.

jueves, abril 20, 2006

Mi héroe

Había oído hablar de algo que se llamaba blog o weblog y decidí investigar un poco, o casi nada: San Gúguel bendito me llevó a varios sitios. Y descubrí huevoluciona. Hacía dos años o así que la habían abandonado pero me fascinó. No era una página web, o sí, pero tenía unas imágenes que me encantaron, el niño guardián del huevo (creo recordar) se llamaba kapa, escribía y escribía como yo quería escribir: sin cortapisas. Y luego había gente que hacía comentarios y entre todos formaban una comunidad. Desafortunadamente de esta página sólo quedan imágenes en la caché de google y poco más. Algunos de sus comentaristas y enlaces siguen escribiendo, como el mentiroso, por ejemplo.

Después fue Iced. Su sinceridad brutal y absoluta, su actitud de pasarse por el forro cualquier convencionalismo tipo correcciones políticas y ese tipo de gilipolleces. Al principio, desconocedora de las normas de protocolo de la blogosfera, sólo leía y jamás dejaba un comentario. Recuerdo que el primero fue casi un parto. El martes volvió a recordarme por qué me enganchó y me hizo pensar: yo también quiero esto. Escupir en plena libertad.

Mi héroe.

lunes, abril 17, 2006

Cambios



En esto no hay preavisos ni te lo ves venir. Un día te levantas y dices: "¿y?". Y la respuesta es: "nada".

Hay posibles explicaciones, pero no sabría redactarlas (o no querría) para el paso de una situación de control a otra. De que me importen el trabajo o los blogs a que no me preocupen en absoluto. Ahora las prioridades están ligadas a algo completamente distinto y fuera de mi mundo habitual. Claro que tengo miedo, pero es dulce. Y no me importa.

Uno de estos cambios es que, por ahora, ya no me apetece seguir compartiendo mi vida de según qué modo. Y eso no es ni bueno ni malo. Es, y punto.

¿Qué ocurre cuando ya no necesitas una válvula de escape o no te sirve la que tenías?


Para poner música utilizo Castpost

EDICIÓN A LAS 17:36
NO DEJO EL BLOG, NO ESTOY DICIENDO QUE LO DEJE Y NO ES UNA DESPEDIDA. SUPONGO QUE SI YA VAN CUATRO QUE LO HAN ENTENDIDO ASÍ, ES POR MI CULPA Y NO HE SABIDO EXPRESAR LO QUE QUERÍA DECIR, QUE ERA DE UN MODO MUCHO MÁS GENERAL. POR FAVOR, NO MÁS ADIOSES NI CONDOLENCIAS POR LO TANTO.

lunes, abril 10, 2006

¿Crisis? ¿Qué crisis?



La crisis del blogger, por supuesto.
Llega un momento en que olvidas para qué abriste el blog. Se ha convertido en una obligación, se ha convertido en un escaparate. La gente (mucha o poca) te lee: sabe de ti, te conoce. Y eso ya no es tan estupendo. Empiezas a callarte cosas, o a modificar otras, o a bloquear determinadas ideas, o a cerrar la boca para no armarla. Y eso tsk tsk tsk. Y luego, claro esta, como me han dicho hace poco: "entre los que te juzgan, los que no te entienden, los que creen conocerte... al final es un asco". Y sí.

Entendámonos: se gana mucho, se conoce a mucha gente, te expresas, te comunicas, ves un trocito de tu vida expuesto, oyes opiniones y las contrastas con tus propias ideas. Pero. Pero miras atrás y te preguntas si has perdido la perspectiva. Tú abriste tu blog para escribir, simplemente. Una especie de pensadero en el que descargar la memoria. Sacas fuera lo que quieres decir, lo extiendes con cuidadito, lo clavas en la pared del blog y te alejas unos pasos para contemplarlo. Mmmm... sí, eso... justo... mmmm... no, no, de otro modo. Y ya está. Parece simple ¿verdad? Pero no lo es.

Tú, que en el fondo supongo que debes de tener tu puntito de exhibicionista, no pretendes que los demás te digan cómo vivir tu vida. Pero ¡ay! Muchos creen que, por leer trocitos inconexos de ella, por leer pedacitos que no eres tú más que en un conjunto demasiado complicado como para verlo de tan cerca, te conocen. Y opinan, y opinan con descaro. Hay veces en que les gritarías: que no quiero que me salvéis, que yo no he dicho que quiera ser salvado, que no tenéis de qué salvarme o, en todo caso, que no quiero que seáis vosotros los que lo hagáis...

Tampoco escribes para que te juzguen. Y mucho menos para ser malinterpretado. Esto último es prácticamente imposible de evitar: siempre habrá quien lea lo que quiera entender para aferrarse a sus demencias, demonios, alegrías o esperanzas. Y claro, por supuesto, TÚ tienes la culpa, por no saber expresarte (claro claro, pero resulta que abriste el blog para escribir, no para ser admirado ni coleccionar lectores como si fueran un trofeo, es que ahí está la cuestión, joder).

Y el asunto de la batalla de enlaces o la obsesión por las estadísticas y visitas es francamente TAN ridículo que no voy a entrar en él.

¿Y esos amores súbitos? ¿y esos odios exacerbados?

Por eso un día te levantas y miras la pantalla con una especie de hastío y dices: no, ni con un cambio de plantilla. Es que no. Es que me he cansado. Y se acabó. Así, sin grandes aspavientos, sin despedidas, sin dolor. Sin "me voy pero vuelvo", sin nada. Sólo vacío. Sólo... puro aburrimiento y cansancio. Hay tantas cosas en la vida como para perder el tiempo con algo que ya no te llena...

[No, yo no me voy, pero el día que lo haga será así y por esto.]

sábado, abril 08, 2006

Tele-setas-digame?



Plato del cortinglé: x lerus
Encimera de formica: n lerus
Cámara digitás: ypico lerus
Coñazo indiscriminado durante semanas: n elevado a x lerus

Que se presente en la puerta de tu casa un amigo con un táper lleno de setas cocinadas con ajito y perejil: NO TIENE PRECIO

*Quisiera agradecer la colaboración desinteresada de Guillermo, sin la cual este post no habría existido. Las setas, desafortunadamente, dejaron de existir momentos después de ser retratadas. :-D (ñam) Te debo una, Gui (¿cuántas van ya? El día que te las empieces a cobrar...uff)

Bueno, pues ya que estoy, aprovecho el post: se subasta amigo perfecto, joven bien parecido, amable, simpático, montañero, con más paciencia que el santo Job (¿verdad, Gacela ninya?) dispensador de setas y detallista. Razón: aquí.

miércoles, abril 05, 2006

Si de algo soy culpable


Para poner música utilizo Castpost

No quiero ni pensar lo que habría sucedido de salir esta canción ahora en lugar de en el 90. ¿Dónde termina la expresión de un sentimiento, no por más indeseable y negativo, real, y dónde empieza la alarma social? ¿Hasta qué punto se ensalza la violencia o se habla de una simple reacción sin más complicaciones posteriores? Se habla del sentimiento de posesión ¿hay que matar al mensajero o admitir que alguna vez hemos sentido algo parecido (sí, aunque no nos guste)?

Si no fuera tan grave sería hasta divertido: cómo los medios de comunicación llegan a crear un ambiente de psicosis paranoide. Toda la vida ha habido casos de pedofilia, violencia con la pareja o ajustes de cuentas. Está bien que se denuncie y que todos nos concienciemos de la necesidad de denunciar pero... algunos parecen creer que esto es el acabose, que esto es el fin del mundo. Estas tres lacras (escogidas como ejemplo) han existido TODA LA VIDA. Son deleznables, abominables y hay que luchar por erradicarlas. Pero parecería que ahora se multiplican, que antes nunca habian tenido lugar. No: ahora se emiten por la televisión y todos somos conscientes (o deberíamos ser) de que es pura información con la que traficar audiencias. El fin último, por mucho que las anarrosas se empeñen en afirmar con los ojos llenos de lágrimas cubriendo el signo del dólar, no es la denuncia social (bonito palabro tan de moda ahora) sino sacar lo peor de los peor. Recurrir al tripeo y resucitar "El Caso" para ganar y ganar. Para que nos sentemos delante de la caja tonta y digamos madredelamorhermoso así, tapándonos la boca, y luego apaguemos la tele y nos hagamos pajas felicitándonos por la suerte que tenemos de que ni nos violen a los niños, ni nos peguen ni nos asesinen.

No soporto las hipocresías ni lo políticamente correcto (=cogérsela con papel de fumar) por lo que de demagogia inútil y de golpes de pecho con lágrimas de cocodrilo conllevan.

Y volviendo a la canción que ha dado pie a este post: yo he sentido lo mismo, sí. ¿Que mis celos son reflejo de mi inseguridad? No lo niego pero me parece una conclusión fruto de una visión demasiado cómoda a la par que simplista. Y me gusta, la canción y la letra. Quien se quiera hacer cruces, que se las haga.

martes, abril 04, 2006

Calma


Para poner música utlizo Castpost

Recuerdo exactamente la primera vez que oí esta canción. Dónde estaba, en qué parte del día y qué estaba haciendo. A qué me remitió y con qué la relacioné. Luego, más tarde, quién me hizo una copia en cassette y por qué. Como cada vez que la oigo, me invade una ola de calma y un poco de tristeza. Pero esta vez sin la tristeza. Sólo calma. Casi casi (pero nunca comparable) como estar a unos metros de la orilla y cerrar los ojos para oír el agua rompiendo en la arena, y las chinas arrastradas por la resaca. Y el reflejo de la luz. Y el olor a sal.

Casi casi como pasear por un parque grande con estanque, y árboles, y chinos que crujen bajo la suela, y puestos de caramelos y frutos secos. Y el olor de la primavera en el aire.

Y sonrío con toda el alma. Es todo lo que necesito. Ya se pueden los fantasmas dar cabezazos con la pared. Esto no me lo puede quitar nadie :-)

miércoles, marzo 29, 2006

Novocaína

No puedes decir aquello. No me puedo creer que pienses eso. No me digas que no lo sabes. No se te ocurra decírmelo. No te quedes sin hablar. No quiero oírlo. No calles. No dejes de respirar. No te des la vuelta. No te puede gustar esto. No me des la espalda. No te quedes. No puedes hacer eso. No puedes estar en lo cierto. No cierres los ojos. No mires. No pares. No termines esa frase, por favor.

No seas quien no quiero.


Para poner música utlizo Castpost

martes, marzo 28, 2006

Bereni-maldades #1



  • Me dijiste que odiabas esa música. Por eso te la ponía en el coche todas las mañanas y subía el volumen.


  • Siempre pongo excusas para no verte. No se me olvidan los años en los que eras tú quien hacía lo mismo. Ahora yo nunca estoy sola y tú tienes lo que sembraste. Fui la última en marcharme. No me das ninguna pena. Te sigo poniendo excusas.


  • Descubrí un modo para que las facturas cuadrasen hasta el último céntimo, evitando así un error común de la aplicación que utilizábamos. Recordé el modo en que te gustaba hacer notar cualquier fallo por mi parte, los golpes bajos personales y tu peloteo rastrero. Por supuesto, a ti te seguirán descuadrando alguna vez y eso te hará repetir el trabajo. Y no me importa.


  • Vi cómo te temblaban las manos y decidí seguir a pesar de ello.


(vamos, os toca)

lunes, marzo 27, 2006

El patio



Estaba rodeado de hiedra y, entre sus hojas, nacían grandes pacíficos rojos que estallaban como bocas de perfume dulce y antenitas doradas. Los mayores decían que dentro se escondían ratas, lo cual no sólo no me preocupaba sino que hacía el muro vegetal aún más interesante a mis ojos. De la hiedra también nacían campanitas azules que luego se convertían en bolitas naranja y hacían de garbanzos en mis pucheros de lata de juguete. Estas campanitas abiertas eran fáciles de desprender y, si se chupaban por el otro extremo, sabían a agua con azúcar. En la casa de al lado, donde también había hiedra, recogíamos zarcillos y nos los poníamos en las orejas, fascinados por su volutas.

Se entraba a él por una cancela de madera, pintada de verde. Era sólo alargar la mano por encima y abrir el débil pestillo. Cuando no había nadie en casa, una cadena y un candado de hierro grande bastaban. A la izquierda, una caseta llena de herramientas y de juguetes que olía a lluvia y a sombra fresca. Al fondo, rodeada de macetas en el suelo y en la pared, la puerta de la casa.

Pero lo mejor era la pared de la derecha, según se entraba: una pared llena de macetas bonitas, feas, pintadas, con tiesto marrón, agarradas con alambres, hasta donde me alcanzaba la vista, entre las que, las noches de verano eternas, corrían las salamanquesas. Yo pensaba que Salamanca, el lugar de donde, evidentemente, provenían esas lagartijas gordas y blancas, debía de estar lejos, muy lejos; tanto como Portugal: por eso siempre las llamé "portuguesas" ante el regocijo general de mis primos.

En la parte izquierda de esta pared había un lebrillo: una construcción sobre la que descansaba una especie de lavabo de barro brillante donde metían a los más pequeños para que se refrescasen los días de más calor. Y en la parte derecha de esa pared estaba mi corazón: un árbol, una dama de noche.

Al atardecer, una vez agotados de jugar a cocinitas, a vaqueros e indios (cuyas armas de plástico solía morder y cortar para deseperación del dueño de las figuritas de plástico de color, apenas unos años mayor que yo), habiéndonos bañado en grandes barreños de lata o plástico de colores, habiendo ido a comprar al mercadillo, bien cenados y bien cansados, nos sentábamos en sillas de anea a oír hablar a los mayores, a verlos jugar a las cartas o al parchís sobre hules de flores imposibles. Era entonces cuando la dama de noche se despertaba y se hacía protagonista absoluta del patio con sus trompetillas blanquísimas, diminutas pero atronadoras. Así, bajo las estrellas, reíamos y escuchábamos mientras el lento perfume dulce hasta extremos casi insoportables nos iba llevando al sueño.

Mi bisabuela, que allí vivía, murió el año pasado y éste venderemos la casa. Ya no hay hiedra, sino un muro de ladrillos bajo. La dama de noche se cortó, la invadieron unos bichos negros y chiquitos que pudieron con ella. El lebrillo se acabó quitando. La verja se hizo de hierro. Y un pedazo de mi alma se quedó entre las salamanquesas y las macetas de aquella casa mata que no quiero volver a ver. No sé por qué alguna gente se extrañó al ver que las rosas de mi ramo de novia estaban rodeadas de hiedra. Nunca he dicho la razón, ni siquiera a mi madre.